DOPAJE: PENA, RABIA E INDIGNACIÓN.

Era uno de los temas que tenía previsto abordar en mi blog, eso sí, sin fecha. Pero los últimos acontecimientos me han hecho decidirme. No pretendo ni defender ni demonizar a nadie, solo intentar simplificar y aportar un poco de luz al asunto.

En primer lugar, y para intentar ser objetivos, debemos desprendernos de cualquier tipo de inclinación sentimental hacia el deportista que haya dado positivo, con la dificultad que eso supone (por cercanía, simpatía o la razón que sea). No olvidemos la gran carga emocional que se nos transmite a través de los medios de comunicación.

En segundo lugar debemos estar de acuerdo en que el dopaje es una de las principales lacras del deporte.  Yo así lo creo. Si no es así, no sigas leyendo.

Y Ahora diferenciemos entre EL FONDO y LA FORMA:

Hablemos del FONDO: ¿El deportista ha ingerido una sustancia dopante? ¿Si o no? Si estamos hablando de un positivo, con la confirmación del contraanálisis, si, siempre con la legislación vigente en la mano (por pequeña que sea la cantidad). Seamos objetivos y respetemos las reglas del juego. La intencionalidad se presupone, y si no la hay, deberá ser una eximente, no una prueba de inocencia.

Hablemos de la FORMA: AMA, WADA, CSD, Federaciones … tiempos, irregularidades, presiones… para que operaciones como la Puerto o la Galgo no lleguen a buen fin. Si ya es frustrante el tedioso procedimiento judicial ordinario, mucho más en una actividad con un periodo de caducidad tan corto como la vida profesional de un deportista.  Sin hablar de juicios paralelos, escarnios públicos previos a la sentencia etc., etc.…

Personalmente siento PENA, porque soy de los que piensan que el deporte es imprescindible para la educación de nuestros hijos y vemos en él una de las pocas actividades humanas en las que todo el mundo puede competir en igualdad de condiciones.

Personalmente siento RABIA, porque las acciones de algunos manchan lo que me ha hecho crecer como persona y en ocasiones se me acaban los argumentos para defenderlo.

Personalmente siento INDIGNACIÓN, porque en mi vida me he cruzado con algunos de ellos, he compartido tiempo, problemas y vivencias  y posiblemente incluso se hayan creído más que yo por ser “mejores atletas”.

Pero que nadie dude que seguiré viviendo “mi deporte”, el deporte que tengo en mi cabeza, al margen de tramposos, mentirosos e interesados.  Y espero ser capaz de transmitirlo.

Y para terminar, una pregunta: los deportistas que se han dopado (hayan sido pillados o no), ¿Qué le van a contar a sus hijos? ¿Con que criterio moral van a actuar en su educación? ¿El fin justifica los medios? Su vida habrá sido una gran mentira. ¿Se arrepentirán?



Es opinión.

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