EL ÉXITO Y EL FRACASO, ¿SON DEL DEPORTISTA?


Evidentemente no. El deportista busca la eficiencia y para tal menester no esta solo. Entrenadores y técnicos, preparadores físicos,… fisioterapeutas, médicos… representantes, directivos… todos deben coordinar su trabajo a tal fin.


Pero, ¿Realmente ocurre así? ¿Los intereses del equipo “multidisciplinar” son los mismos que los del deportista? ¿Quién es el protagonista?


No hace mucho tiempo tuve la ocasión de hablar con un amigo de un deportista de alto nivel. Su amigo se había lesionado. La lesión, aparentemente, era una lesión por sobrecarga que le permitía entrenar con dificultad. En un primer momento, los intereses de su entrenador le obligaron a seguir rindiendo. Cuando la cosa se puso peor, su médico le indicó descanso. Se estuvo dos semanas sin entrenar, sin hacer prácticamente ningún ejercicio físico. Su preparador físico tampoco le planifico ningún trabajo especial y no pasó por las manos de ningún fisio. Le costó volver a rendir en su modalidad (la propia competición le puso en forma) y acabo la temporada a duras penas (quizá por el exceso de competiciones).

Hay entrenadores que “nunca se equivocan”, incluso que sibilinamente responsabilizan a los deportistas de sus propios errores y carencias. Hay diagnósticos médicos superficiales o excesivamente sofisticados (¡si Ockham levantara la cabeza!) que no solucionan los problemas. Hay decisiones “políticas” a favor de corriente y, a veces contrarias a la fisiología. Hay tratamientos y preparaciones físicas excesivamente conservadoras, que no superan el umbral para llegar al objetivo. Hay representantes que anteponen sus intereses económicos, que únicamente ejercen de meros intermediarios, sin preocuparse de nada más. Y no nos olvidemos de los que piensan en su “silla” (por decirlo educadamente).

 A veces el deportista es mercancía.

En ocasiones el deportista está solo y es victima de los intereses y de las incapacidades de los que le acompañan en la consecución de los objetivos.

Lo he visto, lo he sufrido y siempre lo tengo en cuenta. Por eso valoro enormemente a los que me acompañaron y eran capaces. Por eso procuro  acompañar  y dar lo mejor de mi mismo, porque el deportista que lo merece, lo merece y no es justo que el error o incompetencia de un entrenador, seleccionador, médico, fisioterapeuta o representante merme las opciones del deportista. Y porque hay trenes a los que no te puedes volver a subir.

El deportista pasa, el médico, el entrenador, el fisio se quedan. Por eso, como miembro del “equipo multidisciplinar” dudo, pienso y procuro ser consciente de mis limitaciones, y siempre intento ponerme en la piel del deportista (¡Fundamental!).

Respondiendo a la pregunta del título de este post, el fracaso es huérfano, la victoria tiene muchos padres. Normalmente el fracaso lo es del deportista, el éxito es compartido con su “equipo multidisciplinar”. 

La casuística es infinita. Si te ves reflejado en el texto, espero que sea para bien. Seamos consecuentes.

Es opinión, espero vuestros comentarios




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