SER ENTRENADOR ES COMO SER COCINERO


Ayer cené con mi amigo Xavier. Cuando quiero explicarle a alguien que no es entrenador como es nuestra labor, la comparo con la cocina, aunque, obviando  la parte mas “humana” del entrenamiento, claro está.

Un buen cocinero conoce bien las herramientas que utiliza (fogones, cazuelas,…), sabe diferenciar entre buenos, malos y mediocres ingredientes… y sobre todo, y esta es el paralelismo que más me gusta, sabe cuando y cuanto tiene que utilizar de esas herramientas y de esos ingredientes. Me explico.


Tenemos sobre la mesa el mejor arroz, las mejores verduras y el mejor pescado para realizar una buena paella y la dejamos en manos de alguien que no sabe freír un huevo. Empieza a mezclar los ingredientes como a él le parece correcto, pone el fogón como considera.. y el resultado es… posiblemente malo, ¡¡Cómo para presentarse a un concurso!! (o deportivamente hablando, como para competir). Si a un buen deportista en cualquier disciplina, con medios de entrenamiento adecuados (herramientas) lo entrena alguien que no sabe de que va el entrenamiento, el resultado es como el de la paella (potencialmente hablando, bajo).

El buen entrenador y el buen cocinero no necesitan medir milimétricamente. Modifican sobre la marcha si entrenan poco le dan más intensidad al fuego y si el entrenamiento va quedando soso, le echen un poco de velocidad o de fuerza y lo hacen a puñados (la experiencia se lo permite). En ambos casos hay un plan, unas cantidades y una relación entre los ingredientes, los dos desarrollan un sexto sentido para saber si lo que se está haciendo es correcto o necesita una modificación. Cada cocinero y cada entrenador tienen “su librillo”, pero nunca en contra de la “lógica”, sea gastronómica o fisiológica.

Siguiendo con el paralelismo, las librerías están llenas de libros de recetas, sean de cocina o de entrenamiento. Esos cocineros y entrenadores leen de cocina y leen de entrenamiento, se forman,… pero no leen libros de recetas. Aunque es posible que los buenos cocineros hayan usado recetas, al comienzo de su carrera, y que los buenos entrenadores hayan hecho lo mismo.

También es cierto que hay cocineros “pret a portet”, que tienen reservas en sus restaurantes para los dos próximos años y hay entrenadores “sofisticaos”, puestos a la última en máquinas y nuevos métodos de entrenamiento (buenísimos). A mi me va más la comida mediterránea, dieta completa, natural y propia. Hay Mouriños de los fogones y Argiñanos de los banquillos. Y los hay muy mediáticos.

Y es posible que los frailes hayan sido cocineros antes, aunque si que me parece muy importante que los entrenadores hayan sido deportistas. Hay honrosas excepciones que confirman la regla, como en todo.

Pero permitidme que ahora rompa una punta de lanza en favor de los entrenadores. Tiene que ser muy difícil ser un buen cocinero pero señores, ¡¡trabajan con “elementos inertes”!! (digámoslo así). El entrenador no. El entrenador trabaja con personas. Personas con problemas, con manías, con cansancio acumulado, enfermedades… ¡¡los mejillones y los pimientos no dan tanta guerra!!

¿A cuántos grandes deportistas se los han “cargado” mediocres entrenadores? A muchos, supongo que como muchas paellas cada domingo. Pero lo primero no siempre tiene solución. La paella, el domingo siguiente.

¿El dopaje? El preparado para paella o el potenciador de sabor, pero tiene menos delito.

En este caso no es opinión, pero espero vuestros comentarios.

Foto: www.menudospeques.com

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