Curiosa
manera de empezar el 2014. Hacía tiempo que venía pensando en
intentarlo.
Existe concursos de novela, de relato, de microrrelato…
y supongo que de microrrelato en formato tuit, no lo se. He querido
“deportivizar” la idea y lo que podéis leer a continuación es
el resultado. Un experimento, con gaseosa.
Alguno
de estos “tuits” son autobiográficos, otros los he vivido de
cerca, algunos son ficticios. Pero en todos intento transmitir una
idea. La ventaja de este experimento es que puedes dejar de leer
cuando quieras y siempre habrás llegado al final de la historia.
¿Empezamos?
Al
entrar en meta agitó los brazos como si le fuera la vida en ello.
Había empezado el resto de su historia.
Miraba
a sus rivales con indiferencia. Eso le hizo perder más que una
contienda deportiva.
Y
finalizó exhausto. Su esfuerzo mereció la pena, pese a las
dificultades. Aquello le iba a hacer ver la vida de otra manera.
Nunca
antes se había levantado con tanta fuerza después de una lesión.
Era una deportista madura.
No
pudo. La presión de los espectadores le convirtió en un deportista
infantil.
Ya
era tarde. A su edad y con su trayectoria era difícil volver atrás.
Había perdido una oportunidad única.
Se
levantó dolorido, como todos los días. Sabía cual era su objetivo y
no podía volver atrás.
Toda
su vida pasó por su cabeza al ver la bandera amarilla. El temblor de
sus piernas no iban a evitar un gran salto.
Sabía
que todos esperaban mucho de él. Nunca antes había tenido esa
sensación. Y no falló.
Se
lo propusieron una y otra vez. Y una y otra vez giró la cabeza. No
todos decidían lo mismo. Conocía las desventajas.
Era
una apuesta de futuro. Tenía muchos trenes que perder y un sueño
que perseguir. Y siguió dormido.
Le
dolía que la gente no supiera distinguir donde terminaba el
deportista y donde empezaba el mito.
Se
apagaron las luces y empezó a llorar. Por fin estaba solo,
disfrutando de los últimos años.
Aquel
triunfo inesperado le iba a demostrar que podía seguir siendo él
mismo. No todos podían decir lo mismo.
Acercándose
a él le dijo: “Ánimo chaval, esto acaba de empezar” pero no lo
entendió. Se aprende más en la derrota pero aún no lo sabía.
Salió
de la burbuja sin rumbo. Nuevamente su entorno fue el apoyo más
importante. Hoy es una persona feliz.
De
niño soñaba con grandes momentos, con muchos goles. Las alegrías
vinieron de artefactos, listones y cronómetros. Hoy sueña con sus
hijos.
La
vida no le dejó dar lo mejor de si mismo como deportista. Hoy
intenta abrir los ojos a los más jóvenes.
Entró en meta por detrás del último. El abrazo de su hija fue su medalla. Atrás quedaron todos los problemas.
"Vengo a entrenar con usted". "Cámbiate. Empezamos en 10 minutos". Y terminó siendo el testigo de su boda.
¿Te atreves? Espero vuestros #tuitrelatosdeportivos.
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