Es muy posible que, escribir folio y medio sobre el entrenador de atletismo sea pobre, indecorosamente pobre. Pero la reflexión de hoy, va por ellos (nosotros).
Nos mueve la pasión, tan de actualidad en nuestro deporte, posiblemente lo único que nos caracterice a todos. No podía ser otra cosa; ni el dinero, ni el reconocimiento. Si nos hubiéramos dedicado a caminar en otro ámbito de nuestras vidas habríamos dado varias vueltas al mundo, algunos incluso habrían llegado al sol.
Intentar
definir al entrenador es tan difícil como hacerlo como persona. Definir los aspectos
básicos de su faceta profesional (pagada o no) es relativamente sencillo, alguna
reflexión ya se hizo en este blog.
“El entrenador tiene la
posibilidad de tocar la tecla para que salga aquello que el atleta tiene en su
interior. Pero eso solo se consigue con tiempo y una buena y larga
programación”, eso
decía José Luis Martínez en una entrevista para la revista Perernau
Magazine donde se le define como “un
entrenador sabio, noble y discreto, especializado en atletismo pero experto en
el ser humano y las actividades físicas, lúdicas e intelectuales”. Hace ya
25 años que nuestro “Marti” escribió aquel poema “OLIMPIA
PATRIA QUERIDA, OLIMPIA DE MIS AMORES”, donde reserva algunas estrofas a
los entrenadores, bueno, a algunos de ellos (espero que no a nosotros).
Cada vez dudo más… ¿Quién es un buen entrenador? Y antes de eso ¿Quién es entrenador? ¿Sobra o falta formación? ¿Formación e información es lo mismo?¿Sobra o falta protagonismo? ¿Sobra o falta dedicación? ¿Cuál debe ser su objetivo? ¿Dónde queda la faceta humana?
Y
algunas de mis conclusiones son:
1. El entrenador moldea ilusiones, siempre
debería ser consciente de ello.
2. La faceta humana del entrenamiento se
está perdiendo. Están ganando las redes sociales y con ellas el "entrenador
vedette" a menudo más aparente que enjundioso.
3. El carnet no da el estatus, el máster…
menos. La formación y la reflexión debe ser constante.
4. Lo nuevo no tiene porqué ser mejor. Como
dicen los americanos “Back to the basics”.
5. La experiencia, contrastada con la
formación (que no información) y la reflexión (que no ensimismamiento), no es un grado, lo es todo.
6. Respetemos a los que “ya pasaron por
aquí” y démosles el espacio que se merecen entre nosotros. Aunque solo sea por egoísmo.
7. Compartamos y seamos humildes. No
tengamos miedo a no saber, sino a no aprender.
8. Nuestra falsa profesionalización nos
lleva al fracaso. “Malcobrar” no nos hace mejores, quizá lo contrario.
9. Las prisas siempre son malas consejeras,
cocinemos a fuego lento, sin egos.
10. La pasión no es suficiente, se acaba... y el dinero no lo es todo.
Quizá
conclusiones inacabadas, pero conclusiones al fin de al cabo.
Es
opinión, espero vuestros comentarios.
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